BREVÍSIMO TRATADO SOBRE LA ESTUPIDEZ HUMANA

Publicado el 02 de noviembre de 2025 | Por J.C. Sobrepere | 79 visitas
Resumen: Algunas de mis consideraciones sobre la estupidez humana de la que todos somos tributarios.

Sin duda, el mayor síntoma de ostentación de estupidez es creerse exento de su influencia. En ese sentido, las sociedades humanas son nutridas comunidades de idiotas. Una cultura de la estulticia lo impregna todo. Afortunadamente, entre esos mares de estupidez, de vez en cuando, entre el oleaje embravecido, es posible divisar una isla de racionalidad objetiva. Sin embargo, los habitantes de estas islas de racionalidad son señalados y acusados por los estúpidos, que tachan de locura las razones y la rectitud o cualquier arrebato de integridad o coherencia con unos ideales y valores.

Yo, por supuesto, como buen estúpido, me considero libre de toda estupidez. Me considero un ser infalible mientras persigo mis motivaciones sin atender a nada más. Los estúpidos son los otros, los que no se rigen por mis criterios o que, directamente, se enfrentan a mí por cuestiones nimias y gratuitas. El otro, siempre el otro.

No obstante, resulta sospechoso construir nuestra identidad por oposición o negación. Tal vez cierto poso de egocentrismo nos arrastre a un abismo que devora muchas cosas buenas e interesantes que compartir. Porque afirmarse a costa del otro puede embriagar de estupidez, pero se trata de un sentimiento efímero que casi siempre muere rápido; ni punto de comparación con afirmarse por el otro, por tu igual o tu hermano. Pero, claro, este extremo también es considerado una estupidez.

Es más estimulante dominar que amar; establecer condiciones onerosas para nuestras relaciones, cláusulas, protocolos, intereses, barreras, muros, alambradas y trincheras que, de nuevo, nos separen del otro. Es una bendición para el estúpido apoyarse en el enemigo común, personificar los males, totemizados en personas de carne y hueso, en personas anónimas pero reales que respiran nuestro mismo oxígeno y con las que compartimos un mismo destino. Mientras sigamos por ese camino, divididos y polarizados, seremos menos capaces de sumar fuerzas para resolver los retos y desafíos que se nos presentan.

Esta inhibición evolutiva de la inteligencia frente a la epidemia de estulticia nos coloca en un escenario de incertidumbre, donde la humildad y el respeto deben lidiar con los excesos, el abuso y el exabrupto.

Debemos intentar evitar, si todavía estamos a tiempo, que el arquetipo de la estulticia se coloque en el centro, como fuente de inspiración de futuros aspirantes a idiota, que además vean sano competir entre ellos para alcanzar el mayor grado de despropósito posible.

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